sábado, 2 de junio de 2012

LOS PRESOCRÁTICOS

La denominación de presocráticos refiere a aquellos pensadores que desarrollaron su labor filosófica antes de Sócrates (desde el año 624 a. C. hasta el siglo V a. C.). Pero esta cronología es artificial, ya que muchos de ellos fueron contemporáneos e incluso sobrevivieron a Sócrates.
Lo significativo de estos pensadores griegos, que no se denominaban a sí mismos filósofos (a excepción de Pitágoras) y que eran considerados magos, sabios, médicos, físicos, etc., está en que con ellos se inicia la filosofía como paradigma racional autónomo y original, es decir, ocupan ese punto de bifurcación en el que se abrió paso un nuevo camino, el logos, la razón, que terminó desalojando la religión, el rito, el mito.
 A los representantes del pensar filosófico, tal vez por asunto de estudio histórico, se los ha dividido en escuelas y tendencias: filósofos monistas, pluralistas, escuela de Mileto, pitagóricos, eléatas, etc. Algunos tratadistas de la filosofía incluyen en este grupo también a los sofistas, pero otros ―con más razón― rechazan la inclusión de éstos porque los presocráticos tienen como punto de estudio y análisis a los problemas cosmológicos, mientras que los sofistas enfocan el fenómeno filosófico por asuntos antropológicos.
Los filósofos incluidos en este período centraron su atención en la physis o naturaleza, por lo que a veces se les llama físicos o naturalistas; aunque tampoco descuidaron el problema del hombre y su dimensión ética (como lo muestra la filosofía de Heráclito y la pitagórica).

 Los inicios de la filosofía en Occidente
Los helénicos que habitaron y desarrollaron civilizaciones en las polis de Grecia fueron los iniciadores del pensamiento filosófico en el mundo de Occidente, a causa de su notable capacidad para pasar del estudio empírico de hechos y fenómenos al estudio racional y abstracto de la naturaleza esencial de estos sucesos.
La transición de los mitos a la filosofía, del mito al logos, fue más radical que lo que supone un proceso de despersonificación o de desmitificación. Todo ese cambio se dio en los campos político, social y religioso y no sólo en lo intelectual.
ESCUELAS FILOSÓFICAS GRIEGAS DE LA ANTIGÜEDAD
Como consecuencia de sus viajes marítimos conocieron las costas de los tres continentes que limitan con el Mediterráneo y tuvieron contacto con los pueblos y culturas de los territorios visitados, a las cuales deben sus antecedentes. Pero ellos mismos también poseyeron un rico caudal de experiencia política y social, bajo reyes, aristocracias, tiranías.
Este tipo de cambio aconteció en las colonias griegas entre los siglos VIII y V antes de Cristo. Podemos afirmar que la filosofía occidental se origina en el siglo VI en el país jónico, en sus ciudades marítimas comerciales, entonces muy ricas.
Indudablemente el crecimiento de la polis, la ciudad-estado independiente, fuera de las estructuras aristocráticas, unido al desarrollo de contactos con otras culturas y un sistema monetario transformaron la visión hesiódica de la sociedad e hicieron que los viejos arquetipos de dioses y héroes aparecieran obsoletos, salvo cuando se trataba del ámbito religioso.
No estaban regidos por castas religiosas que se hubieran adueñado de la ciencia y la filosofía; del mismo modo que estos campos estaban abiertos para sus inteligencias, disfrutaban de libertad de ideas que permitía los más audaces pensamientos.
Orientados hacia el desarrollo del razonamiento y la creación de sistemas de lógica, tuvieron poca afición a las prácticas del estudio científico (aunque aprendieron y perfeccionaron éstas aplicaciones en todos los terrenos) que a su refinamiento teórico, que le permitió explicar las cosas y los fenómenos como conjunto racional.

 Filosofía al oeste (de Grecia) del mar Jónico 
Se sabe que los primeros filósofos que enseñaron en las ciudades griegas del sur de Italia fueron dos emigrantes de Jonia, Jenófanes y Pitágoras, al final del siglo VI a.C.
Sin embargo, la filosofía que se desarrolló en Italia fue diferente en sus motivos impulsores y en su índole de la de los milesios. Mientras que éstos se sintieron impulsados por una curiosidad intelectual a la insatisfacción con las viejas versiones mitológicas, en un intento por obtener una sistemática explicación física a los fenómenos físicos, el motivo de estudio del Pitagorismo fue de orden ético-religioso y los eleáticos Parménides y Zenón propusieron paradojas metafísicas que desterraron de raíz la creencia en la existencia misma del mundo natural. El único pensador importante que continuó en Occidente la tradición jonia de investigación sobre la naturaleza, fue el filósofo siciliano Empédocles.
Indudablemente que existió diferencias entre la filosofía griega occidental y la jonia relacionadas con diferencias en las condiciones sociales y políticas de la vida en estas partes distantes del mundo griego. El sur de Italia y de Sicilia fue residencia de cultos mistéricos relacionados a la muerte y a la adoración de dioses del inframundo, notaremos que este tipo de actividad religiosa tuvo escasa presencia en las ciudades en la costa ribereña de Jonia.
Se ha sugerido que las ciudades occidentales eran inherentemente menos estables y que el compromiso de sus ciudadanos con los valores típicamente políticos de la polis griega estaba menos enraizado que en cualquier otra parte de Grecia.
Los filósofos griegos presocráticos
Dado que Sócrates y la filosofía posterior tienen su centro principal en Atenas, al ciclo filosófico anterior a Sócrates también se le llama período pre-ático. Sin embargo, el término no designa una distinción puramente cronológica puesto que en realidad algunos de los considerados presocráticos fueron coetáneos de Sócrates e incluso más jóvenes que él. Cuando ocurre esto último, sin embargo puede ser correcto el uso de este título porque algunos autores participan de las inquietudes, objetivos y estilos intelectuales típicos de esta primera etapa.

             ESCUELAS FILOSÓFICAS JÓNICAS E ITÁLICAS

Se presume que los primeros filósofos de las colonias griegas avanzaron por dos vías separadas. En su propósito de hallar un principio rector del mundo real, una escuela dio importancia al material con el que las cosas se hacen y obtienen vida, y la otra a las formas que hacen que las cosas se diferencien entre sí.
Tenemos que, las sociedades cosmopolitas de Jonia (los primeros filósofos de la Magna Grecia son emigrados Jónicos) y de Mileto se dedicaron, sin separarse de los mitos y de la religión, a estructurar un modelo amplio y objetivo del mundo.
En un lapso de un siglo Mileto fue cuna de Tales, Anaximandro y Anaxímenes, quienes se caracterizaron por la búsqueda de un único principio material y su separación constituyó lo más importante en la explicación de la realidad. Esta actitud era un claro desarrollo del acercamiento a la naturaleza por vía de la generación o genealogía, cuya ejemplificación aparece en la Teogonía de Hesíodo.
Para conocer el criterio de su pensamiento hay que buscar cuáles son los fenómenos que ellos consideraban de importancia. Por un lado están los de técnica científica, pero ante todo los concernientes a la naturaleza y causa de los meteoros, o de los fenómenos astronómicos: terremotos, vientos, lluvias, relámpagos, eclipses y también temas generales de geografía acerca de la forma de la tierra y los orígenes de la vida terrestre.
De estas técnicas científicas, los Jónicos se propusieron difundir lo que las civilizaciones mesopotámica y egipcia les transmitían. Por ejemplo, los Babilonios eran observadores del cielo; además, conforme a su catastro, levantaban planos de ciudades y de canales y también intentaron dibujar un mapamundi. En cuanto a las artes mecánicas, Grecia presenta entre los siglos VII a V a. C., un desarrollo muy rico y variado, del cual son testigos los filósofos jónicos, que veían la superioridad del hombre, en su actividad técnica.
Después de los milesios se amplió y modificó la preocupación por los problemas cosmológicos, cuya finalidad primordial fue la de dar nombre a una clase única de sustancia material de la que pudiera haberse originado el mundo ya diferenciado. Los sucesores de Anaxímenes, Jenófanes y Heráclito, a pesar de ser también jonios, se interesaron por problemas nuevos, concernientes a la teología y a la unidad en la disposición de las cosas, más que por la sustancia material.
 
LA ESCUELA DE MILETO

TALES, ANAXIMANDRO Y ANAXÍMENES
En la ciudad de Mileto, en el espacio de un siglo surgieron tres pensadores de gran relevancia: TALES, ANAXIMANDRO y ANAXÍMENES, que intentaron dar una explicación racional de lo real a partir de un único principio que sería la fuente de todo lo existente. Les impresionó el constante proceso de cambio, de la transición de la vida a la muerte y de la muerte a la vida. Supusieron que, a pesar de todos los cambios, debía haber algo que permaneciera. Puesto que el cambio es el paso de alguna cosa a alguna otra, donde ha de haber algo que persista, que vaya tomando varias formas y que soporte ese proceso de cambio.
Los pensadores de Mileto inquirieron por el principio o arché, que abarca las ideas de origen, sustrato y causa, se plantearon la siguiente cuestión: ¿Es posible que una única realidad o sustancia sea capaz de ejercer ella sola todas estas funciones? Estos filósofos, al igual que todas las filosofía monistas y panteístas, consideraron que sí es posible y establecieron un único principio que es sustrato y causa de todo, a partir del cual todo se origina mediante un proceso en el que la desaparición de unos seres da lugar al surgimiento de otros y viceversa, siendo necesario este proceso.
Por tanto, la filosofía jónica es, principalmente, un intento por aclarar cuál es ese elemento primitivo o principio último de lo real.
 TALES
Según la tradición, Tales, el primer físico griego o investigador de la naturaleza de las cosas como un todo, predijo el eclipse que tuvo lugar en 585 antes de nuestra era.
Para TALES, el principio último es el agua, lo acuoso, lo húmedo. A diferencia del pensamiento mítico, él no concibe lo real por medio de representaciones antropomórficas y de explicaciones imaginarias, sino que se remite a los hechos y busca ahí una causa, esto es, procura dar una explicación homogénea con los hechos. Remarca que todo procede de transformaciones del agua, es decir, concibe los seres como cambiantes formas de ese elemento primario y último. El agua es el principio o arché de todo lo que hay. Es origen del cual aparece todo; es sustrato porque, en último término, consisten los seres del universo, ya que no sólo proceden del agua sino que son agua; es causa porque es aquello capaz de explicar las transformaciones del universo. En resumen, el agua es naturaleza y sustancia que siempre permanece, es la esencia de todo.

ANAXIMANDRO
Si Tales mereció el título de primer filósofo griego debido principalmente a su abandono de formulaciones míticas, Anaximandro es el primero de quien tenemos testimonios concretos de que hizo un intento comprensivo y detallado por explicar todos los aspectos del mundo de la experiencia humana.
Segundo de los filósofos de Mileto, sostiene que el principio de todo no es una sustancia particular y determinada; pues si fuera así sería imposible que de ella surgiera la realidad múltiple que conocemos. Anota que todo principio originario y último es el ápeiron, lo indeterminado o indefinido, un infinito en magnitud y cualitativamente indeterminado del cual brotan todas las cosas y acaban retornando a él. Este principio es anterior a todas las cosas particulares, es eterno e imperecedero. Sustenta que el paso de lo indeterminado a lo determinado no se realiza vía generación sino por un proceso de separación clasificatoria en virtud de un movimiento eterno. Todo sale y todo vuelve al ápeiron según un ciclo necesario, medido según períodos de tiempo de carácter cíclico.


A su vez, ANAXÍMENES afirma que el principio de todo lo real es uno e infinito, pero no indefinido sino definido o determinado: el AIRE. Como Tales, reconoce como principio último un elemento concreto, pero atribuye los caracteres del principio de Anaximandro: la infinitud y el movimiento perpetuo. Indica que todo procede del aire a través de procesos de condensación y rarefacción. Dice “El aire es, de suyo, invisible, pero se hace visible en estos procesos de condensación y rarefacción, convirtiéndose en fuego cuando se dilata o enrarece, y en viento, nubes, agua, tierra y finalmente en piedra cuando se condensa”.
Debemos denotar en que lo menos importante de los pensadores de Mileto es el elemento particular que cada uno hace como principio de todo. Esto sirve sólo como característica histórica que los distingue. Lo que les da el rango de primeros filósofos griegos es por haber sido los primeros en concebir la noción de Unidad en la Diversidad e intentaron explicar las diferencias que se perciben en lo múltiple. Además, la originalidad de estos pensadores está en intentar descubrir la causa de los fenómenos en los hechos mismos y no en algo externo.
LA ESCUELA PITAGÓRICA
Los Pitagóricos fueron, ante todo, matemáticos y su dedicación a las matemáticas influyó en su explicación acerca de la naturaleza (origen, sustrato y causa) de lo real. Apreciaron cómo múltiples propiedades y comportamientos de los seres reales podían ser formulados matemáticamente y comprendieron que todos los seres del universo son formulables matemáticamente.
Desde entonces, esta dócil sumisión del Universo a las matemáticas ha constituido un motivo de reflexión: ¿Por qué los seres del Universo se acomodan a las matemáticas? Los representantes de esta escuela consideraron como única explicación posible que los principios de las matemáticas son también los principios de los seres reales, y como los principios de las matemáticas son los números, afirmaron que los números constituyen la naturaleza del universo,es decir, las cosas son números.
Se dedican a una doble tarea. Por una parte asignaron un número a cada cosa; por otra parte, y puesto que los números son muchos, se preguntaron de qué están constituidos y de dónde proceden, lo que equivalía a preguntar de dónde proceden en último término los seres reales. A lo que contestaron que los números proceden de dos elementos, lo par y lo impar. Adoptan así una explicación no monista sino dualista de la realidad y establecieron una serie de oposiciones entre dos términos: par-impar, limitado-ilimitado, bueno-malo, luz-oscuridad, etc., que son aspectos o concreciones de los dos principios originales.
Pitagoras
La filosofía de Pitágoras se desarrolla en una doble vertiente: una místico-religiosa y otra matemático-científica. Respecto a la primera, está representada por la teoría de la trasmigración de las almas y la consecuente afirmación del parentesco entre todos los seres vivos. Según ella, las almas son entidades inmortales que se ven obligadas a permanecer en cuerpos reencarnándose sucesivamente pasando de unos a otros durante un periodo de tiempo indeterminado, hasta superar el proceso de reencarnaciones gracias a la purificación (catarsis), que culmina en el regreso del alma a su lugar de origen. Para ello, era necesario observar numerosas reglas de purificación, por ejemplo, la abstinencia de la carne, así como diversas normas rituales y morales. Esta teoría será adaptada posteriormente por Platón, constituyendo un elemento importante de su filosofía.
Con relación a la vertiente matemático-científica, Pitágoras afirmaba que los números eran el principio (arjé) de todas las cosas. Se desconoce si se concebían los números como entidades físicas o si, por el contrario, se afirmaba que el principio de la realidad era algo de carácter formal, es decir, no material. Aristóteles pensaba que la doctrina pitagórica del número se basaba en descubrimientos empíricos; por ejemplo, el hecho de que los intervalos musicales puedan expresarse numéricamente. (De hecho los pitagóricos concedieron una gran importancia al estudio de la música, vista su relación con las matemáticas. Esta relación la pudieron ir ampliando al resto de objetos que constituyen la realidad, descubriendo en el número la razón de todo lo real, lo que llevaría a convertirlo en el "arjé" de los milesios.) Parece, además, que los pitagóricos concibieron los números espacialmente, identificando el punto geométrico con la unidad aritmética. Las unidades tendrían, pues, extensión espacial y podrían ser consideradas, como dice Aristóteles, como el elemento material de las cosas.

|Heráclito
Es conocido como el filósofo radical porque afirmó que todo cambia y nada permanece, que el Universo no es sino un continuo devenir en el que la ley de identidad carece de vigencia al estar todas las cosas sometidas a incesante transformación. El propio Aristóteles describe la doctrina de Heráclito diciendo: “Todas las cosas están en movimiento, nada está fijo”. Heráclito afirmó que “es imposible meterse dos veces en el mismo río, pues quienes se meten sumérgense en aguas siempre distintas”, “todo fluye”. Ahora bien, todo cambia, en efecto, pero el devenir no es irracional o caótico, sino que se realiza de acuerdo con ciertas leyes o proporciones. La ley o logos interno del devenir universal constituye el verdadero principio explicativo del universo.
Para Heráclito, el Universo es fuego, “Este cosmos, el mismo para todos, no lo hizo ningún dios ni ningún hombre sino que siempre fue, es y será fuego eterno que se enciende conforme a medida y conforme a medida se extingue”. La ley que rige el Universo es la lucha de contrarios. El devenir está caracterizado por un continuo pasar de un contrario a otro: las cosas frías se calientan, las calientes se enfrían, el joven envejece, lo vivo muere, pero de lo que ha muerto renace una vida joven, y así sucesivamente. Según él, existe una guerra perpetua entre los contrarios que se van alternando. No obstante, puesto que las cosas sólo adquieren su propia realidad en el devenir, la guerra (entre los opuestos) es algo esencial: “La guerra es padre de todas las cosas y rey de todas las cosas”. Se trata de una guerra que al mismo tiempo es paz y de un contraste que es, simultáneamente, armonía. El permanente fluir de las cosas se denota como una armonía de contrarios. Los contrarios constituyen, en último término, UNA UNIDAD profunda, “Dios es día-noche, invierno-verano, guerra-paz, hartazgo-hambre”.
La armonía que caracteriza al Universo, “Armonía oculta”, no es una armonía estática sino el equilibrio dinámico de las tensiones entre los contrarios, una armonía tensa “como ocurre con el arco y con la lira”. Sólo si se enfrentan alternativamente los contrarios se otorgan de forma mutua un sentido específico: “la enfermedad convierte en dulce la salud ... y la fatiga convierte en dulce el descanso”.

Parménides

Tiene una nueva forma de filosofar, introduce la distinción entre la razón y la sensación, entre la vía de la verdad y la vía de la opinión, entre el ser y la apariencia. Es cierto que los filósofos anteriores habían reconocido y supuesto esta distinción, ya que sus tesis acerca de la realidad no era inmediatamente perceptibles por los sentidos, siendo necesario el ejercicio de la razón; pero, Parménides insiste en tal distinción, afirmando que la verdad hay que buscarla desde la razón sin tener en cuenta el testimonio de los sentidos. Así, mientras que los filósofos de Mileto, parten de la pluralidad que nos manifiestan los sentidos y buscan algo subyacente a esa pluralidad que será el principio unificador; Parménides, parte de una exigencia de la razón: “El ser es, y es imposible que no sea” y utiliza el método analítico y el principio de contradicción desde el comienzo. Parménides marca un hito decisivo en el desarrollo de la filosofía griega. Su doctrina puede sintetizarse así:
A partir de una única realidad es imposible que surja la pluralidad, en contra de lo que los jónicos afirmaban. Lo que no hay ni había desde siempre no puede tampoco ser destruido. Lo que hay, lo que es, el SER es, según Parménides, inengendrado, indestructible, inmutable, finito, compacto, homogéneo, indivisible y esférico.
Junto a estas características, Parménides deduce también que lo que hay, lo que existe ha de ser único, es decir, una única realidad.
Esta visión monista de la realidad es, según Parménides, una exigencia necesaria de la razón, del logos. Caber afirmar, pues, que los rasgos principales de la filosofía parmenídea son el monismo y el formalismo; y que el núcleo de su pensamiento consiste en una proposición irrebatible: “El Ser es, y es imposible que no sea”, junto a la cual se afirma: “El no-ser no es y no puede ni siquiera hablarse de él”. De estas proposiciones se derivan, como vimos, una serie de consecuencias: 1) hay solamente un Ser, 2) El Ser es eterno, 3) El Ser es inmóvil, 4) El Ser no tiene principio ni fin. El procedimiento del que Parménides se sirve para demostrar la verdad de estas proposiciones es el de la reducción al absurdo de todas las proposiciones contrarias a ellas.



LOS PLURALISTAS


EMPÉDOCLES
 Empédocles no crea una nueva filosofía, hizo suyo el pensamiento básico de Parménides, según el cual, como hemos visto, el Ser no puede nacer ni destruirse, porque el Ser no puede surgir del no-ser como tampoco puede desaparecer. Por tanto, la materia no tiene ni comienzo ni fin: es indestructible. Hasta aquí, está de acuerdo con Parménides.
Así, Empédocles afirma con Parménides, que el Ser no puede proceder del no-ser y que la pluralidad no puede surgir de una unidad originaria. Pero, a diferencia de Parménides, refiere que no existe una única substancia sino cuatro: fuego, aire, agua y tierra, que son raíces de todo, son indestructibles y eternos y de su mezcla y separación resultan todas las cosas, de tal manera que la cualidad de cada objeto se da según la proporción en que cada uno de los elementos se mezcla. Interpretando el principio parmenídeo sobre la inmutabilidad del Ser, sostiene que la materia de una clase no puede convertirse en materia de otra clase. La tierra no puede convertirse en agua, ni el agua en tierra, “hay sólo  mezcla y separación de lo mezclado, pero no nacimiento, que es una simple manera de decir de los hombres”.
Ahora bien, ¿qué es lo que hace que los elementos se mezclen o se separen? Empédocles afirma que se debe a dos fuerzas activas: el AMOR y el ODIO (la Armonía y la Discordia). El amor o armonía reúne las partículas de los cuatro elementos, desempeñando una función constructiva; el odio o discordia separa las partículas, provocando con ello la extinción de los objetos. Sostiene que el proceso del mundo es circular en el sentido de que hay ciertos ciclos ordenadores periódicos.

ANAXÁGORAS

Al igual que todos los pluralistas, acepta como evidente el razonamiento  parmenídeo según el cual ninguna realidad nueva puede originarse. Afirma que Todo existe desde siempre. Partículas diminutas de todas las sustancias existían y existen desde siempre. Admite una pluralidad de ellas. Dirá que en los hombres, por ejemplo, predominan las partículas de hombre, pero en realidad en el hombre –al igual que en el resto de los seres- hay partículas u Homeomerías de todas las sustancias del Universo: “todo participa de todo”, afirma. Estas innumerables partículas se encontraban originalmente mezcladas en una masa compacta y maciza. Queda así explicado el origen de la pluralidad.
Ahora, ¿cómo se explica el movimiento?, ¿cómo empezó a moverse esta masa compacta originaria, de modo que las partículas fueran separándose y uniéndose para dar lugar a los distintos seres? Anaxágoras recurre a una causa exterior, el entendimiento o nous, que imprimió a esta masa inerte un movimiento de remolino.
Hasta la introducción del Nous, la filosofía de Anaxágoras no es más que una variante de la filosofía de Empédocles. Pero al tratar la cuestión del poder o la fuerza responsable de la formación de las cosas, se encuentra la contribución de Anaxágoras a la filosofía. Empédocles atribuyó el movimiento del Universo a las dos fuerzas: el Amor y el Odio; Anaxágoras introduce el principio del NOUS o la mente y con él, afirma Hegel, “empieza a brillar una luz, por débil que sea, puesto que ahora se reconoce a la inteligencia como Principio”.
Con Anaxágoras aparece la idea de una Inteligencia o Entendimiento como principio rector del Universo. Abre nuevas perspectivas en el conocimiento. Esto parecía llevar a una concepción del orden del Universo como resultado de una Inteligencia que actúa conforme a fines, de tal modo, que el resultado de los procesos naturales fuera siempre la consecución de lo mejor. Sin embargo, Anaxágoras apenas desarrolla este aspecto implícito en su cosmología, concediendo de hecho el papel fundamental en la construcción del Universo al remolino y, por tanto, a fuerzas de carácter mecánico. La filosofía de Anaxágoras se halla, pues, entre el finalismo y el mecanicismo.
EL ATOMISMO

DEMÓCRITO Y LEUCIPO

Demócrito y su maestro Leucipo plantearon una respuesta más audaz y radical para conciliar el movimiento y el principio parmenídeo. Aceptaron como indiscutible la afirmación parmenídea según la cual de una única realidad no puede originarse la pluralidad.
Estos atomistas aceptan que lo real ha de poseer las características establecidas por Parménides: inengendrado, indestructible, inmutable, finito, compacto, homogéneo e indivisible. Aceptan todas las características menos dos: la esfericidad y la unicidad.
Según los atomistas, no existe una única realidad sino una multiplicidad de realidades que son los átomos: un número infinito de unidades indivisibles que difieren en tamaño y en forma y no tienen ninguna cualidad, excepto la de ser sólidos e impenetrables.
La audacia intelectual de los atomistas se muestra al afirmar que entre la  multitud de realidades o átomos se interpone ciertamente algo, el VACÍO. Conceden a Parménides que el vacío que separa a los átomos no es real, si por real se entiende la materia existente: únicamente los átomos son reales en este sentido y el vacío puede muy bien ser caracterizado como no-ser por Parménides.
Sin embargo, el vacío es algo real si por real se entiende que efectivamente existe. Así, junto con los átomos, éste forma parte de la naturaleza del Universo. Su papel es decisivo, no solamente hace posible la pluralidad sino también el movimiento. Anaxágoras, como vimos admitió una pluralidad de partículas, pero al no admitir el vacío, estas partículas quedaban “aprisionadas” en una masa compacta e inerte. Al contrario, aceptado el vacío, los átomos pueden moverse libremente en él. La pregunta: ¿por qué y cómo se inició el movimiento?, tiene sentido en el caso de Anaxágoras, pero no en el atomismo: el movimiento no se inició en ningún momento, los átomos se mueven eternamente en el vacío.
El atomismo alumbró definitivamente una nueva concepción del Universo: un modelo mecanicista, que suponía que el cosmos no está presidido por plan alguno trazado por una Inteligencia transcendente, ni existe tampoco una finalidad inmanente que preste inteligibilidad a los procesos naturales. Señalaron que, el Universo es el resultado de una necesidad ciega y opaca que para el hombre viene a confundirse con el azar. El modelo mecanicista, tras un largo período de oscurecimiento, volverá a resurgir con fuerza en la Modernidad.
Lo explicado, pone de manifiesto que la Filosofía Presocrática centra su interés  en el mundo exterior, en el objeto, en lo que está fuera del yo.
Por tanto, a los primeros filósofos se les llama cosmólogos, porque su objetivo fundamental fue averiguar la naturaleza del Cosmos, y al hombre mismo lo consideraron en su aspecto objetivo, como una porción del Cosmos, más que en su aspecto subjetivo como sujeto de conocimiento y agente voluntario y moral. Será la filosofía del período socrático la que cambie el rumbo.

domingo, 27 de mayo de 2012

Un intento por hacer una cronología del pensamiento filosófico

La historia de la Filosofía no es una sumatoria de sistemas particulares surgidos del esfuerzo y la inspiración de hombres más o menos geniales. El protagonista de esta historia, su sujeto, es el propio pensamiento.
La historia es el «órganon» o instrumento de la autenticidad de la vida humana. La de la filosofía es la única manera de que la filosofía sea verdadera y auténtica. Es lo que permite al filósofo de cualquier tiempo equipararse a los primeros, a los presocráticos, precisamente por partir de su situación real, que incluye toda esa historia.

Para desarrollar y comprender este tema partimos por definir ambos conceptos y de esta manera intentar entender qué es la historia de la filosofía, que en suma es complicada porque se ha fraccionado tanto su proceso a lo largo de la historia de la humanidad, que esa alteridad ha generado insuficiencia porque la filosofía no ha quedado hecha sino que se sigue haciéndola.
¿QUÉ ES LA HISTORIA?

La palabra Historia se deriva de la voz griega «iorooiu» que significa relato o narración. La Historia es una ciencia que estudia e interpreta los hechos más importantes del pasado humano examinados con base a sus vestigios. Generalmente se considera a Herodoto (484 - 425 a. C.) el padre de la Historia. Por otro lado, el objeto de estudio de la Historia, son los diferentes hechos que han alterado la vida del hombre desde su aparición hasta nuestros días.

¿QUÉ ES FILOSOFÍA?

Etimológicamente, el término filosofía viene del griego fileo= amor y sofía = sabiduría. (Amor a la sabiduría).Pero hay una dificultad de definirla, ya que vamos a encontrar tantas definiciones a través de los siglos, como filósofos han existido.
La filosofía reúne dos características. La primera es, la amplitud de su objeto- toda la realidad-; la segunda, la profundidad con que desea saber. La generalidad de su objeto- todo lo que es- y la hondura con que la trata- por sus causas últimas. Diremos que la filosofía es la ciencia que estudia todas las cosas por sus primeros principios y últimas causas a la luz de la razón.

¿ENTONCES QUÉ ES LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA?
Para el filósofo alemán Hegel, la historia de la filosofía es un proceso en el que la verdad misma deviene, enriqueciéndose y haciéndose cada vez más compleja y profunda.

En su obra: Lecciones sobre la historia de la Filosofía, puntualiza los siguiente:

“La historia de la Filosofía despliega ante nosotros la sucesión de los espíritus nobles, la galería de los héroes de la razón pensante, que, sostenidos por la fuerza de esta razón, han sabido penetrar en la esencia de las cosas, de la Naturaleza y del espíritu, en la esencia de Dios, y que han ido acumulando con su esfuerzo, para nosotros, el más grande de los tesoros: el del conocimiento racional.”

Como afirma el pensador español Julián Marías, cada filosofía, por tanto, «toda» filosofía se hace apoyada en un «sistema de alteridades» que se remonta a la originaria. Este sistema es lo que se llama «historia de la filosofía», encapsulada en cada una de ellas, que sin ese conjunto queda injustificada e incomprensible.

Tiene que originarse, y por eso tiene que remontarse al origen y ser «original» en ese sentido, no el de la devastadora voluntad de originalidad que invadió Europa a mediados del siglo XIX. Esa originalidad nace de la autenticidad, de que cada uno cree desde sí mismo, desde su personalidad única e irreductible.

Es decir, la historia de la filosofía no consiste primariamente en la presentación o exposición de la obra de cada filósofo, sino precisamente en la «historia», en la conexión necesaria entre todas esas libertades personales, que operan sobre la realidad misma, no en el vacío.

No puede ser un catálogo de opiniones y doctrinas sino la mostración del «argumento» de esa historia apasionante, que sólo así resulta inteligible. Como la vida humana, es una realidad dramática, que no se entiende más que mediante la «narración», porque la razón vital e histórica es razón narrativa.

Al estudiar la historia de la Filosofía no hemos de tratar a cada autor, a cada escuela, y a cada época, en forma aislada, porque la verdad de la Filosofía se encuentra en el proceso que todos esos momentos constituyen y dentro del cual adquieren pleno sentido. Cada momento, tomado en forma aislada, se torna deficiente, equivocado, caprichoso.
Hegel remarca que: “La historia de la Filosofía, considerada en su conjunto, es un proceso necesario y consecuente, racional de suyo y determinado a priori por su idea”. Y, dentro de este proceso histórico de conquista de la autoconciencia, […] las diversas partes cobran sentido y valor esencial sólo por su relación con el todo”.
           ORIGEN Y DIVISIÓN DE LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA SEGÚN HEGEL

Imperio griego micénico-minoico
Pero fueron las guerras, las invasiones, las conquista, la religión las que tal vez motivaron a que surja la Filosofía cómo disciplina que buscaba entender y comprender por qué se daban las acciones bélicas y qué era lo que “empujaba” al hombre de la antigüedad a arrasar con todo vestigio cultural que encontraban en los pueblos sometidos.
Para abreviar una reseña de la historia de las guerras e invasiones registradas  en el mundo occidental de la antigüedad, indicaremos que el punto de partida para entender el nacimiento de la Filosofía, se da en el 1150 a.C. periodo en se rompe el Imperio micénico-minoico al ser invadido por los Dorios.
Los Dorios eran nómadas guerreros adiestrados en la lucha. Destruyeron toda la cultura griega, dando lugar a un periodo denominado "Edad Oscura". Ellos  implantan el tipo de ciudad polis. En estas ciudades, el Palacio Central es sustituido por una plaza pública donde se discute y se habla de todo, es el Ágora. En el caso de la religión olímpica griega, ésta no tiene una clase sacerdotal profesional, lo que permite una práctica religiosa más abierta, no dogmática, a lo que se suma la no presencia de libros sagrados.
Aparecen los oráculos, que como daban respuestas difíciles de interpretar, hicieron surgir las escuelas hermenéuticas de interpretación, donde se depuró el lenguaje. Se crea la moneda. Primero, permite una representación universal, sirve para todo. A la guerra se iba a ganar dinero. En segundo lugar, propicia una economía y una comercialización de productos, lo que posibilita un mayor intercambio cultural. Llegan la geometría y la astronomía de Egipto. Con esto se van derrumbando mitos, dejando mas campo al ser humano. Estas dos ciencias tienen la capacidad de asombrarse ante lo desconocido, una capacidad filosófica de obtener el significado de lo que ocurre. En Mileto (Asia Menor), comienza la filosofía.
¿Cómo estudiar la Filosofía?
Para Miguel Moreno Muñoz (1998), la Filosofía se puede estudiar desde el siguiente enfoque:
  1. Refiriendo cada filósofo o sistema filosófico a sus circunstancias históricas, porque siempre el contexto histórico influye en el pensamiento. Conviene buscar y encontrar las conexiones históricas remotas y cercanas.
  2. Buscando la simpatía y la empatía con el autor: adentrarse en el pensamiento del autor y esforzarse por entender todas sus expresiones, términos y tesis. Sólo después de entenderle se le podrá -y debería- criticar.
  3. La historia de la filosofía debería enseñarnos a pensar desde lo que dicen los autores, y esto no tiene nada que ver con aprenderse de memoria lo que digan. Cuando el objetivo es comprender y aclarar ideas, toda crítica contra argumentos, ideas y términos oscuros o imprecisos será poca.
  4. Confiando en los propios conocimientos y capacidad de crítica, pues a partir de 14 ó 15 años cualquier individuo reconoce -o debería reconocer- si un argumento convence o no. Nadie debería aceptar ideas de otros simplemente porque las diga alguien con autoridad o porque muchos las comparten. El individuo adulto y maduro personaliza sus ideas y las somete a examen crítico antes de aceptarlas definitiva o provisionalmente.
  5. Los filósofos deberían ser leídos directamente en sus obras, no sólo a través de intermediarios o libros de texto. Esta suele ser una filosofía «enlatada», donde otros han seleccionado las ideas de interés -y no siempre con buen juicio-.
  6. Tras leer un autor, cada uno debería sacar sus propias conclusiones personales. Es la única forma de adquirir un pensamiento propio, razonado, maduro, y de evitar el psitacismo, el refugio en tópicos y lugares comunes, las jergas huecas de pandilla o pueblo.
  7. Procurar distinguir las grandes cuestiones de cada época. En la Historia de la Humanidad, los problemas se han centrado en tres grandes focos:
    1. El Mundo (Ser, Cosmos, Naturaleza, Estado, Política, Sociedad).
    2. El Hombre (antropología, conocimiento, ética, política, Psicología).
    3. Dios (lo sagrado, el sentido de la existencia, la justificación de la fe...).


APROXIMACIÓN DE UNA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA PARA HEGEL
Así, en la ANTIGÜEDAD, el mundo se reduce a cosmología; el hombre, a una antropología elemental, un principio de ética; Dios es simplemente un principio metafísico para hacer coherentes las explicaciones. El mundo resulta más importante que Dios para pensadores como Aristóteles.
En la EDAD MEDIA, el mundo se reduce a sociedad política, y ésta a Imperio; el hombre no se valora como ser independiente, sino como parte de la naturaleza; Dios es un poder sobrenatural que todo lo domina e invade, concretado en la religión como preocupación fundamental y la Iglesia como institución omnipresente/poderosa. Dios prevalece sobre el mundo y sobre el hombre, p. ej. en Santo Tomás.
Durante la EDAD MODERNA, el Estado surge como algo independiente de la Teología; al hombre se le reconoce el valor de su razón y se inicia un proceso de secularización que va quitando preeminencia a lo religioso. El hombre aparece en primer plano, ocultando en parte a Dios y al mundo (Descartes).
En la EDAD CONTEMPORÁNEA, se establece definitivamente la autonomía y valor propio del mundo y de la ciencia como modelo de conocimiento; al hombre se le reconocen unos derechos inalienables sobre los que se fundamenta su valor e igualdad fundamental con sus semejantes, y la Iglesia se independiza definitivamente del Estado en los países occidentales. Parece que esta vez es la ciencia la que predomina sobre el hombre, y serían muchos los autores.